domingo, 11 de octubre de 2015

R.P. Leonardo Castellani: La Curación del Hijo del Régulo de Cafarnaum




En aquel tiempo: Había en Cafarnaúm un funcionario real, cuyo hijo estaba enfermo. Cuando se enteró de que Jesús había venido de Judea a Galilea, fue donde él y le rogaba que bajase a curar a su hijo, porque se iba a morir. Entonces Jesús le dijo: «Si no veis señales y prodigios, no creéis.» Le dice el funcionario: «Señor, baja antes que se muera mi hijo.» Jesús le dice: «Vete, que tu hijo vive.» Creyó el hombre en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino. Cuando bajaba, le salieron al encuentro sus siervos, y le dijeron que su hijo vivía. Él les preguntó entonces la hora en que se había sentido mejor. Ellos le dijeron: «Ayer a la hora séptima le dejó la fiebre.» El padre comprobó que era la misma hora en que le había dicho Jesús: «Tu hijo vive», y creyó él y toda su familia.
Juan IV, 46-52


"El Evangelio de Jesucristo"
R.P. Leonardo Castellani



Domingo Vigésimo después de Pentecostés


"La vida del justo es como un banquete" -dice la ESCRITURA-, también es como una larga enfermedad. Esa es la gran paradoja. Dichoso el que la conoce por experiencia.


"Este es el segundo milagro que hizo Jesús", escribe San Juan después de narrar la curación del hijo del Régulo de Cafarnaum, El primero fue la transmutación del agua en vino en Caná. Jesús de vuelta de su primera excursión a Jerusalen -donde limpió el templo y conversó con el fariseo Nicodemus, y después en el camino con la mujer Samaritana- paso por Caná y también por Nazareth, pero no se detuvo. Trajo a su madre y a sus parientes a Cafarnaum donde se hospedó probablemente en la casa de Simón Bar-Ionah, que después se llamó Kephai o Pedro.(111) El tercer milagro de Jesús es la curación dela suegra de San Pedro. Después, en ese mismo día, antes del anochecer, curo innumerables enfermos de la ciudad, que se amontonaron ante la casa al saber la noticia; porque la suegra de San Pedro, según la historia, era muy "relacionada" y bastante charlatana. Por tanto, el primer milagro que hizo Cristo fue en favor de una familia de Caná "de la clase media", como diríamos ahora; el segundo en favor de un funcionario regio, sin duda un ministro o edecán de Herodes Antipas; el tercero en favor -o en contra- de San Pedro; y después conversó y anunció que el era Profeta -y a la Samaritana le dijo paladinamente que era el Mesías- a gentes de todas clases y condiciones, sin excluir los samaritanosque eran tenidos por herejes vitandos.

Jesús no fue "a buscar a los obreros", como dicen ahora, ni tampoco a los patrones. El judío Schalom Asch, en su "El Nazareno, qe ha obtenido un suceso que no merece en Nueva York y Buenos Aires ( las dos capitales judías del mundo), lo pinta como una suerte de demagogo romántico parecido al "Misionero" de Almafuerte, que anda con los desheredados como un propagador comunista, consolándolos con palabras dulces y con curaciones de curandero; porque este escritos suprime cuidadosamente del Evangelio los milagros grandes, las resurrecciones, la multiplicación de los panes, los leprosos -y todo lo que se le antoja, por lo demás- y deja solamente los "explicables". Cristo para este novelista burdo y charlatán, que pergeñó con la vida de Jesús, de la Virgen María y de San Pablo, tres malas novelas, es una especie de intelectual pálido y lánguido, amigo de los fariseos, y la quintaesencia del judaísmo. Decimos esto porque se ha impreso entre nosotros la falsa noticia de que Schalom Asch es una gran escritor ("uno de los mayores prosistas modernos... autor de tantas páginas inmortales"...), y un judío convertido... Convertido sí, pero a un judaísmo peor; más le valiera quizás haber quedado judío ortodoxo; y haberse quedado en Polonia, sin ir a Nueva York.

Existe hoy día entre os judíos una curiosa posición religiosa que se puede ver en este mal escritor... de éxito ("el prófugo del ghetto polaco posee ahora una villa en Miami Beach y otra en NIza, cuentas corrientes en todos los bancos del Europa, secretarios, estenógrafas"): estos judíos aceptan a Cristo como Mesías y rechazan a la Iglesia como una corrupción del la doctrina de Cristo. Se hacen cristinos, pero no cristianos; no se bautizan ni toman el culto cristiano; dicen que los judíos de aquel tiempo se equivocaron -y Schalom Asch le echa toda la culpa ¡a los romanos!-; que Jesús ha sido el más grande héroe de su raza; que en torno de el hay que reunirse de nuevo; que Jesús predicó la libertad, la igualdad, la fraternidad.. y por poco no lo hacen el precursor de la Revolución Francesa. Algunos de veras grandes escritores judíos han tomado esa posición, Franz Werfel, André Suarés, Simona Weil y el filósofo Bergson, aunque creemos que éste se bautizó antes de morir. Es un curioso signo de nuestros tiempos. No es la conversión de los judíos que profetizó San Pablo; si una aproximación o es lo contrario; no lo sabemos.


Para volver al milagro del Régulo (régulo significa reyezuelo; pero en el texto griego trae basiilikós = funcionario en contacto con el Rey, Cortesano o Palatinus) se parce al milagro del Centurión Romano -que hemos visto el Domingo cuarto después de Epifanía- pero que evidentemente es otro. Es  también un milagro  a distancia. El padre afligido vino q Cafarnaum y pidió  a Cristo le curara  el hijo. Jesús parece rechazarlo: "Si no viereis signos y portentos, vosotros no creéis". Para Cristo, los israelitas debían creer viéndolo y oyéndolo  a él simplemente: no eran paganos, tenían profecías entre las manos: "¡Está por morir! ¡Ven pronto!" insitía el padre. "Vete ya, tu hijo vive". Dos veces dice el Evangelista que el muchacho estaba a la muerte a la muerte. El padre creyó y se volvió. En el camino se encontró  con sus siervos que venían alborozados anunciarle  que su hijo vivía. "-A qué hora sanó?"- "-A la séptima (o sea las trece nuestras) cayó la fiebre". Era la hora en que había hablado con Cristo. "Creyó en Jesús él y toda su familia", concluye el evangelista. 

Era una familia  rica . Hoy día dicen que "la Iglesia debe ir a los obreros". La otra semana recibí  una carta que dice eso; y añade: "separarse de la oligarquía". Es un buen cálculo político, aprendido de los que saben política: los obreros  son muchos y son votos. Pero Cristo no veo que haya hecho eso. ¿A quién fue Cristo?  A todos. Al que quisiera oírlo. Al que no se escandalizaba de él. "Y dichoso aquel que de mí no se escandalizare".  Cristo no hizo agitación social. Que la mayoría de los que lo seguían eran pobres, ése es otro asunto; eso pertenece a la primera bienaventuranza.

La Iglesia Argentina es oligárquica, dicen. Si oligarca significa tener plata de sobra, no se claramente que sea muy oligarca. Un esquema probable de la dirección sociológica de la Iglesia Argentina es éste: Durante la Colonia la Iglesia cultivó a los nobles. Hizo bien, porque los nobles estaban unidos realmente con el pueblo, como es propio de una verdadera nobleza. En una sociedad jerarquizada, la enseñanza del cristianismo descendía por sus eslabones naturales de arriba a abajo, y la tarea era relativamente simple: cuidar  la cabeza. no hubo  aquí gran nobleza, en el sentido  heráldico, porque los grandes hidalgones de la corte  de Madrid se iban  hacía las "tierras ricas" de Méjico  y Lima: no hay más  que  ver  a galería de los  39  Virreyes  del Perú  desde  Pizarro hasta  el marqués  de  la Pezuela,  el antagonista  de San Martín.

"Nació  David  para rey
Para  sabio  Salomón
Para saldado  Laserna
Pezuela  para ladrón".

Como dice  la copla: la cual  fue  una calumnia  de los "patriotas": una calumnia  patriótica... si es que las hay. En la Argentina, una bala perdida de la casa de Mendoza; un hidalgüeño vasco de nobleza  reciente. Garay; un hijo de algo nacido en Indias  y menospreciado  en Madrid, Hernando Arias; muchos segundones, muchos infanzones tronados, muchos nobles de segunda fila, no duques, ni marqueses ni "condeses" como en Lima; pero fue una gran nobleza en la realidad, mirando a sus virtudes y no a sus  títulos. Esta  era una tierra difícil y sacrificada; el más lejano bastión de España. Al noble  lo hace la virtud, no el título.

La clase dirigente argentina cambió rápidamente: comerciantes catalanes, judíos portugueses, contrabandistas enriquecidos  y militares  de fortuna ingresaron  presto  en los primeros rangos, cuando ya  el valor oro comenzaba aquí, lo mismo  que en todas partes, a convertirse  en el resorte único del ascenso social. Y la Iglesia  continuó  cultivando a la "clase dirigente", convertida de aristocracia en timocracia. Pero el pueblo comenzó a separarse de la oligarquía portuaria de Buenos Aires: Martín Fierro, figura del pueblo dese tiempo, es un cristiano que ya no tiene contacto con los cura, y más bien les desconfía. Los caudillos  del interior, con su poder indiscutible  y su influencia  capital  en la vida de la nación  durante muchos  años,  nos demuestran indubitablemente  este movimiento. Vienen directamente  de la antigua  clase dirigente, si no  siempre de sangre, por lo menos  en las ideas, las costumbres  y la idiosincracia moral; y están en contra de la "nueva" clase dirigente, de la oligarquía portuaria. No hay que hacerse ilusiones: todas las luchas políticas modernas son luchas sociales; y todas las luchas  sociales son luchas entre dos equipos dirigentes.

Después de la batalla de Caseros, la clase dirigente se convirtió claramente en plutocracia: el capitalismo internacional se había formado y dominaba ya en Europa -con resistencias fuertes en los dominios católicos- y esta pequeña nación  informe no podía oponerse a la oleada internacional del "progreso": del tecnicismo, la "democracia" y el imperialismo. Sarmiento tuvo razón, en cierto modo; más razón tuvo Jose Hernández, que se puede decir sintetizó la vista progresista de Sarmiento y la visión tradicional. La plutocracia argentina se puso paulatinamente al servicio de una gran nación  extranjera, cosa  no prevista ni querida por Sarmiento; el país progresó rápidamente en el sentido material: pero las capas sociales inferiores se cortaron de las superiores y nació la agitación demagógica, y la "lucha de clases". El Radicalismo, movimiento centrista de origen tradicional y con gran aporte católico en su nacimiento, se tiñó rápidamente de liberalismo y demagogia, Y la Iglesia siguió cultivando a la "clase dirigente" -lo cual significa: siendo aprovechada por ella- cuando ya la "clase dirigente" y el pueblo no estaban consubstanciados. Por costumbre, por rutina, por somnolencia, la Iglesia oficial perdió el contacto con las masas; sin que esto quiera decir que no hubiese algunos sacerdotes excepcionales, como el cura Brochero, que mantuvieron, medio por su cuenta, el contacto. Pero curas Brocheros hubo pocos, por desgracia. Y no pasaron de curas.

En suma, la Iglesia durmió en la Argentina una larga siesta; no se modificó al ritmo de las modificaciones sociales, no se adaptó a la marcha del país. Las órdenes religiosas extranjeras hicieron rutinariamente su trabajo específico de colegios y hospitales. Un hecho revelador de esto que digo es que en cien años de catolicismo argentino no se ha producido aquí un solo libro religioso que se pueda leer (112). Si no hay escritores religiosos -sacando al inefable  Constancio Vigil y al destornillado Almafuerte- es porque a la gente no le interesan los temas religiosos;  y eso quiere decir, lisa y llanamente, que la gente no es religiosa. La religión comienza por la cabeza y no por las vísceras; ni tan siquiera por la víscera cardíaca. El catolicismo argentino, salvo excepciones no ha superado el sentimentalismo... y la beneficencia; entendiendo por beneficencia las obras de misericordia corporales. A la cultura  argentina ha contribuido poco; a la alta cultura, por lo menos.

Este esquema somero, que tengo de un distinguido estudioso cordobés, debe ser constatado por una buena  historia eclesiástica; que no existe. Esa es otra señal de la pobreza de nuestro catolicismo. Las "historias eclesiásticas" que existen, son listas de nombres y fechas y sucesos externos, que no reflejan en modo alguno a la Iglesia. Actualmente se plantean en el país una serie de preguntas y problemas  que solamente una buena historia eclesiástica podría responder. La Iglesia está casi ausente de la Historia de la Argentina  de Ernesto Palacio; y es por eso.

Pero dejándonos de "sociologías", lo que  queríamos  decir  es que Cristo fue simplemente a todos; y a Él hemos de imitar. Su primer discípulo judeo fue un doctor de la Ley, Nicodemus; y no rechazó el Centurión Romano, como no rechazó  a Pilato, al cual se dignó enseñarle dos verdades capitales, que el otro badulaque ni siquiera escuchó. Unos son más aptos para hablar a los grandes. y otros son más aptos para hablar a los chicos, hay muchas vocaciones; pero Cristo  nos dejó el ejemplo de que hay que hablar a todos los que quieran abrir los oídos: y "el  que tenga oídos para oír, que oiga".

"Cuando entréis en una ciudad , id a  una casa  honrada  y aposentaos  allí. Decid: paz sea en esta casa, y curad los enfermos. Comed lo que os dieren, y anunciad la palabra de Dios. Si en una ciudad no os recibieren, salid de ella, y sacudid el polvo de vuestros zapatos en testimonio contra ellos; en verdad os digo que, en el Juicio, ni Sodoma y Gomorra serán juzgados como esa ciudad. En verdad os digo que no se acabarán las ciudades de Israel antes que retorne el Hijo del Hombre".

¡Hay  de nuestra patria, si los pocos hombres  espirituales  que hay en ella  ahora sacuden sobre ella  el polvo  de sus zapatos! 

   

Notas

111.- Al primero Pontífice le puso Cristo, pues el mismo nombre que el del Sumo Sacerdote que lo condenó: Caifás o Kefas, que significa piedra; y los dos fueron dos buenas piedras.  

112.- Exceptuamos  un solo libro,  que por no parecer adulones  de los sanjuaninos no nombramos.




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