sábado, 23 de enero de 2016

Martirologio Romano 23 de enero

SAN RAIMUNDO
DE PEÑAFORT,
Confesor
n. 1175 en Peñafort, España;
† 6 de enero de 1275 en Barcelona, España

Patrono de abogados y canonistas.



Sé fiel hasta la muerte,
y te daré la corona de la vida.
(Apocalipsis 2, 10)


  • San Raimundo de Peñafort, de la Orden de Predicadores, Confesor cuyo tránsito se celebra el día 6 de este mes.
  • En Roma, santa Emerenciana, Virgen y Mártir, la cual, todavía catecúmena, mientras oraba junto al sepulcro de santa Inés, de quien había sido hermana de leche, fue apedreada por los Gentiles.
  • En Filipos de Macedonia, san Pármenas, uno de los siete primeros Diáconos; el cual, entregado a la gracia de Dios, y cumplido fidelísimamente el cargo de la predicación que sus hermanos le habían impuesto, alcanzó, imperando Trajano, la gloria del martirio.
  • En Ancira de Galacia, san Clemente, Obispo, el cual, muchas veces atormentado, por último, en tiempo del Emperador Diocleciano, consumó el martirio.
  • Allí mismo, san Agantángelo, que el mismo día fue martirizado por orden del Presidente Lucio.
  • En Cesárea de Mauritania, los santos Mártires Severiano y Áquila, su mujer, que murieron quemados.
  • En Antinóo, ciudad de Egipto, san Asclas, Mártir, que, al cabo de varios tormentos, precipitado en un río, entregó su alma, preciosa para Dios.
  • En Alejandría, san Juan el Limosnero, Obispo de aquella ciudad, celebérrimo por su misericordia con los pobres.
  • En Toledo de España, san Ildefonso, Obispo, el cual, por la singular integridad de vida, y por haber salido a la defensa de la virginidad de la santísima Madre de Dios contra los herejes que la combatían, fue de esta Señora regalado con una blanquísima vestidura, y, por último, célebre en santidad, llamado al cielo.
  • En la provincia de Valeria, san Martirio, Monje, de quien hace mención san Gregorio Papa.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.

R. Deo Gratias.


SAN RAIMUNDO DE PEÑAFORT,
Confesor

Este santo empleó una gran parte de su vida en la conversión de los sarracenos. Dios bendijo sus esfuerzos: en 1256 escribía el santo al general de su orden que diez mil sarracenos habían recibido el bautismo. Obró gran número de milagros. Como se le rehusase un navío para pasar de la isla de Mallorca a Barcelona, extendió su manto sobre las olas y recorrió así un trayecto de sesenta lenguas. Murió a los cien años de edad, el 6 de enero de 1275.


MEDITACIÓN
NUESTRA VIDA ES UNA NAVEGAClÓN

I. El mundo es como un dilatado mar, nuestra vida es su travesía. Para arribar felizmente al puerto, es menester imitar a los pilotos, que ni miran el mar, ni la tierra, sino solamente el cielo. Así, durante todo el curso de tu vida, dirige tus miradas hacia lo alto: no consideres sino el cielo. Que tu amor y tu esperanza estén en el cielo: pídele valor, espera de él tu recompensa; que tu esperanza toda provenga de lo alto (San Agustín).

II. Se está expuesto en el mar a las calmas y las tempestades, a los escollos, a los piratas y a otros mil peligros; pero se los evita, ora por la pericia del piloto, ora por los socorros del cielo. Nuestra vida es una mezcla de bienes y de males, de alegrías y de tristezas; tiene sus momentos de calma y sus días de tempestad; el demonio, nuestros enemigos, la carne, las pasiones, son para nuestra alma como rocas y escollos; los evitaremos sin embargo si imploramos el auxilio de Dios, y si seguimos los consejos de un director espiritual prudente y sabio.

III. La muerte es el puerto a que debemos arribar. A veces la nave naufraga en el puerto, otras da con playas cuyos habitantes son más peligrosos que los escollos y tempestades. ¡Ay! estamos en esta mar sin saber a ciencia cierta a qué puerto arribaremos; sin embargo, vivamos bien y no temeremos la muerte. Aquél que no quiere ir a Jesús, ése sólo debe temer la muerte (San Cipriano).

El pensamiento del paraíso.
Orad por los navegantes.


ORACIÓN
Oh Dios, que habéis elegido al bienaventurado Raimundo para hacer de él un ministro ilustre del sacramento del bautismo, y que le habéis hecho atravesar milagrosamente las aguas del mar, concedednos, por su intercesión, la gracia de que produzcamos frutos de penitencia y lleguemos un día al puerto de la salvación eterna. Por J. C. N. S.



Fuentes: Martirologio Romano (1956), Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J., Tomo I; Patron Saints Index.

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